top of page

Del patio de juegos al aislamiento: vivir la niñez en soledad

Juana Alzate / juana.alzatep@udea.edu.co

11 de agosto de 2024

La desconexión social puede notarse desde las primeras etapas de la vida. En los niños y niñas, los efectos de la soledad se pueden arraigar profundamente y las secuelas del sentirse apartado perduran a lo largo de la vida.

WhatsApp Image 2024-08-08 at 10.35.24 AM.jpeg
Ilustración: Juana Alzate con apoyo de IA de Canva. 

En un mundo cada vez más interconectado, la soledad, como una sombra pesada y densa,
afecta a personas de todas las edades. Sin embargo, cuando se arraiga en la infancia, sus
repercusiones pueden ser especialmente devastadoras. Tras las alertas de la Organización
Mundial de la Salud sobre la soledad como un problema de salud pública, ¿qué están
atravesando los niños y niñas que crecen en ese mundo?


Lea también nuestro editorial: ¿Por qué construimos el Edificio Soledad?


La soledad es un estado emocional que va más allá de la ausencia física de compañía, y que
se manifiesta cuando una persona se siente desconectada de los demás. Puede ser tanto un
estado temporal como una realidad crónica que afecta a personas de todas las edades y
contextos sociales. En su forma más intensa, puede desencadenar sentimientos de
aislamiento, alienación y desesperanza
que impactan profundamente en la salud mental y
emocional de las personas, según explica Érika Gonzáles, psicóloga de infancia.

Gráfica: Juana Alzate.

Más niños más solos


El Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) indica que en Colombia
viven solos 14.995 menores de edad entre 10 y 17 años. Según su último estudio sobre la
soledad en el país, realizado en 2020, esta cifra corresponde al 0,6 % de la población
colombiana que vive en hogares unipersonales. El estudio, sin embargo, no proporciona
detalles sobre si estos menores experimentan desconexión o sentimientos de soledad.


El Dane carece de estudios que analicen la soledad como un sentimiento y estado de
desconexión emocional. No obstante,
en el estudio de 2020 se indagó sobre las redes de apoyo y confianza y se encontró que el 38,3 % de las personas de la generación Z (nacidos
entre finales de los 90 y mediados de los 2000) que viven en hogares unipersonales se
sienten sin red de apoyo y confianza.


Estos datos provienen del Censo Nacional de Población y Vivienda de 2018, por lo tanto,
no permiten ver el impacto de la pandemia en la soledad de los niños colombianos.
Además, el Dane nos confirmó que no tienen fechas o estimaciones sobre futuros estudios
al respecto. Según información del centro de quejas, peticiones y reclamos de esa entidad,
la falta de presupuesto ha sido un obstáculo para llevar a cabo estos proyectos, y en una
consulta telefónica respondieron que tienen otros proyectos de “mayor relevancia”.


Por su parte, el documento Contexto externo e interno” del ICBF reconoce a la soledad
infantil como una condición que puede ser medida o estudiada desde la esfera del cuidado,
es decir, cuando los niños, niñas y adolescentes (entre 5 y 17 años) pasan tiempo sin
compañía de una persona adulta. Según datos de la Encuesta Nacional de Calidad de Vida,
la soledad infantil en las áreas urbanas incrementó de 7.7 % en 2014 a 16 % en 2017.
Tampoco hay mediciones posteriores que den cuenta del impacto de la pandemia.

Gráfica: Juana Alzate.

La soledad infantil también puede ser estudiada desde el carácter psicológico, cuando se
refiere a los sentimientos o percepciones de sentirse solos. Por ejemplo, la docente Mary
Yepes, con más de 30 años de experiencia con estudiantes de primaria, indica que los
sentimientos de desconexión aumentaron desde la pandemia del Covid-19: “han llegado a
clase niños extremadamente sensibles, con altas manifestaciones depresivas y ansiosas,
trastornos en la alimentación, poco control de sus esfínteres y, sobre todo, mucha dificultad
en el lenguaje”. Para ella, esto da cuenta de que las condiciones de aislamiento generadas
en la pandemia exacerbaron problemas preexistentes y crearon nuevos desafíos.


Así mismo, la psicóloga Érika Gonzales percibe que los sentimientos de soledad en los
niños han aumentado.
Ella destaca la importancia del núcleo familiar en el cual se
desarrolla el niño: “En muchos de los hogares modernos no existen modelos de
acompañamiento y apoyo constantes, muchos de los hogares no cuentan con una figura materna y paterna presentes de manera simultánea, debido a diversas circunstancias, como
compromisos laborales o la dinámica familiar, por lo que la responsabilidad acaba cayendo
sobre un único cuidador. Inevitablemente este termina por desatender muchas de las
necesidades emocionales del o los niños a su cargo, llámese madre, padre, abuela, tío o tía.”


En muchos casos, sentirse desconectado de sus figuras de acompañamiento puede desatar
diversos problemas en las relaciones interpersonales de los niños, como la incapacidad para
generar vínculos afectivos y para integrarse en un grupo. Esto puede llevar a los niños a
experimentar la soledad como resultado del acoso escolar, la presión académica y otros
desafíos de su primera etapa
. Gonzales explica que sentirse aislados de sus semejantes
puede inducir pensamientos de rechazo y no pertenencia al grupo común. Esto genera un
aislamiento adquirido basado en la percepción de ser insuficiente, tener un problema
interno, ser poco respetado o tener bajo valor. En muchos casos, esto puede desencadenar
depresión y ansiedad social.

Gráfica: Juana Alzate.

Mary Yepes corrobora esa visión cuando afirma que la desconexión social se acentúa
cuando no se cuenta con un entorno familiar saludable, o al menos estable en la vida de los
niños. Ella menciona algunos factores que en su experiencia podrían describir el estado de
desconexión en los infantes:


Dificultad de comunicación con los padres: La falta de comunicación efectiva y
afectiva con los padres debido a largas horas de trabajo u otras responsabilidades.


Convivencia en el hogar: La calidad de la convivencia y las relaciones familiares.


Abusos y violencia intrafamiliar: Situaciones de abuso sexual, menosprecio,
violencia dentro del hogar.


Discapacidad: Barreras adicionales relacionadas con diagnósticos específicos que
afectan la capacidad de los niños para integrarse socialmente. Factores como la
agresividad o la incapacidad para comunicarse correctamente con otros niños
pueden agravar su soledad.

Yepes añade que los sentimientos de desconexión o soledad entre los niños y niñas, debido
a la falta de un núcleo familiar estable, se reflejan en comportamientos abusivos, violentos
o acaparadores de ellos hacia los demás.


Niños que empujan, muerden, gritan o pelean; que se comen la comida de los otros, que se
llevan los juguetes o que acaparan todo el material didáctico y con los que, por ende, los
otros niños no quieren trabajar, y después de un tiempo de rechazo, empiezan a percibirse
como malos y no merecedores de la compañía de sus pares.


Vivimos en una era de interconexión, cercanía y muchas herramientas para la
comunicación. Paradójicamente, vivimos más desconectados que nunca, y si ese
aislamiento se arraiga desde la niñez, ¿qué les espera a los futuros adultos?

bottom of page